lunes, 31 de mayo de 2010

Otra de jamón.

Continúan mis días en la ciudad de México. Escribo desde la cama, escuchando un poco de música a través del ordenador. Estoy lejos de aquellos escritores que solo escuchaban sus propios pensamientos a la luz de las velas. Era otro arte aquel, con una libertad de creación vasta. Hoy pienso que la escritura se nos presenta solamente como la acumulación de influencias externas y la correcta manera de plasmarlas en un orden comprensible, menos azaroso y humano. Concibo la naturaleza como la armonía caótica de elementos de variables infinitas. Entonces porqué la escritura tendría que ser lineal? Porque tendría que ser comprensible e incluso tener un mensaje. El cubo de mármol pulido observado desde el punto de vista natural es una aberración concebida solo por mentes que luchan por la artificialidad. La piedra, con betas, con salientes, con grietas, esa es la imagen de la naturaleza mas pura. De la verdad original. La aparente imperfección -para la mente imperfecta- a menudo esconde toda la belleza que jamás podremos representar en nuestros medios artificiales. Una belleza lograda por siglos de ininterrumpida intervención, de persistencia, de roces con agua, con viento, con tierra.
En ese sentido, una escritura racional, continua, limpia y con cualidades estéticas no es mas que tratar de disfrazar lo caótico de la mente humana, lo aparentemente azarozo pero que esconde un orden natural. Es tratar de volver finito lo infinito, volver mesurable lo divino, volver temporal lo eterno. Si, finalmente lo entiendo. La sucesión de pensamientos sin aparente sentido esconde la verdadera sensibilidad humana que escapa a la razón y a lo mesurable. Dejemos sin pulir el mármol, dejemos las vetas en su estado natural, para que continúen creciendo. Dejemos los árboles sin podar, y nuestros cabellos crecer, dejemos que los animales corran otra vez y que la mente vuele libre.
Volvamos a volar. Volvamos a sorprendernos, y que al escribirlo plasmemos la realidad que hemos vuelto a descubrir, lejos de las metas, lejos de las segundas intenciones, pero cerca del magma. Cerca del ser. Cerca de lo real e “imperfecto”.

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