domingo, 20 de febrero de 2011

Reklamo

Al principio empezó como un ligero malestar, un ligero y persistente hastío que se presentaba cuando estaba sentado frente a la televisión.
Con el tiempo, la molestia comenzó a surgir en el coche mientras circulaba por el periférico. Se había convertido en una especie de comezón mental que aparecía primero asociada a las memorias más antiguas, luego subía de intensidad cuando el pensamiento se acercaba al presente y se tornaba insoportable en unas punzadas de angustia, al pasar al futuro inmediato.
Mi situación se tornó crítica. Ya no podía manejar, mucho menos ir al cine, o ver la televisión. A veces incluso entraba en crisis con tan solo escuchar el radio o checar el mail.
Hablando de esto con amigos, terminé contactando a un especialista en el tema. El diagnóstico que recibí resultó predecible. Soy alérgico al marketing, con una especial sensibilidad a las campañas gringas, pero especialmente, a las argentinas.
Por alguna razón, la publicidad desarrollada por “creativos” argentinos dispara de manera inigualable mis mecanismos de defensa, yendo desde una simple negación hasta arranques de ira selvática, desencadenados a menudo por señoritas disfrazadas para alguna campaña BTL.
Las opciones en mi caso, consistieron en recurrir a tratamientos del tipo experimental, pues el mal que padezco al parecer es bastante reciente. Fui expuesto a bombardeos mercadotécnicos en sesiones estilo Naranja Mecánica, terapias de contemplación ininterrumpida de una Farmacia Similar (bocinotas, botarga, etc) por períodos prolongados, y hasta una asistencia a “La noche de los publívoros” sedado hasta la madre.
Al día siguiente decidí escapar.
No tomé un barco a África, tampoco me corté las venas.
Decidí escapar de la publicidad, pero sin moverme de aquí. No me voy a dejar ganar tan fácilmente. Aquí nací, aquí vivo y esto es lo que soy. Todos los días lucho por recuperar esa parte de mi vida, por mantenerla libre de influencias externas sin sentido.
He descubierto rutas, horarios y ángulos de visión en los que estoy menos expuesto a las campañas. Todavía las mas invasivas siguen superando mis métodos, aunque cada vez menos. Empiezo a notar una limpieza de pensamientos, un sistema que se alimenta a si mismo. Me resulta cada vez más raro encontrarme con ideas “plantadas” para fines comerciales. Existían otras cosas antes de la publicidad.
La definición de belleza y bienestar contemporánea no es más que una aberración infundada.
El siguiente paso consiste en contraatacar

2 comentarios:

  1. Estoy contigo, urge contraatacar.
    Y dado que la publicidad entra básicamente por la vista y el oído, propongo una estrategia inicial: durante los anuncios de la televisión cambiemos de canal o bajemos el volumen; en el cine, echemos una siestita durante los anuncios iniciales.

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  2. ¿Qué pasa cuando inconscientemente alguien manifiesta su placer por algún producto, desencadenando toda una conversación que pareciera sacada de un comercial de coca cola? ¿Te encuentras a salvo? Ej. ¿Sabes con que es indispensable tomarte una Coca? Cuando comes pozole, es totalmente necesario, el cosquilleo del gas combinado con los granos de maíz crean una experiencia única en cada bocado...

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