Meditación trascendental. Viajes Astrales. Vibraciones positivas. Flores de Bach. Chamanismo. Alimentación ayurvédica. Regresiones. Scientología. Feng Shui .Reiki…
No creo equivocarme cuando digo que existen miles de disciplinas enfocadas al lado “espiritual” de la existencia. Todas las que he conocido, tienen (en teoría) el fin de mejorar la calidad de vida del practicante, ayudándole a resolver problemas físicos o mentales. Sin embargo, varias de estas disciplinas se contradicen entre sí, y son pocas las que ofrecen un verdadero resultado, o el final del tratamiento.
Siempre he sentido curiosidad hacia estas prácticas. La mayoría de ellas, después de un poco de información, o de conocer a algún practicante, terminan provocándome desconfianza y en general una sensación de aversión. Y las mejores de ellas, tardan un poco más en producir un efecto parecido.
Muchos de nosotros, cansados de religiones que no nos satisfacen, hemos buscado en otros lugares respuestas a las preguntas existenciales. El problema está en que no existe, a mi gusto, una teoría general espiritual que pueda amalgamar las diferentes teorías existentes. Y al no haber un conjunto de directrices que estudiar o aprender, cualquier charlatán puede pretender ser un maestro.
El budismo últimamente ha estado llamando mi atención, pero el asunto del Karma, usado para responder las preguntas más profundas, me incomoda. Creo que es volver al tema del sistema de premios presente en casi todas las religiones. Algunos ofrecen vírgenes como recompensa, otros estar en compañía de dios, y el budismo ofrece la posibilidad de escoger a la familia que uno quiera en la siguiente reencarnación. Y generalmente esto significa escoger ser hijo de reyes, o brahmanes pal caso. Parece que nadie nos invita a hacer cosas buenas solo para llevar una existencia más agradable, con menos enemigos. Todos quieren vendernos el premio mayor. Uno que además no puede demostrarse.
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