martes, 28 de septiembre de 2010

En el vaticano con Gaby

Hoy me encuentro protagonista de cierto encuentro onírico de Gabriela con el Papa. Algún Papa. Comprando víveres para acampar. Supongo que con destino a un lugar meritorio de tener a semejante personaje eclesiástico optando por la practicidad (sin habitos ni rutinas papales (me quiero imaginar un bosque con playa y cavernas con lagos.)).
Esto solo me pone a pensar en la posibilidad del subconsciente ajeno. Si tomo el mío como ejemplo, no puedo siquiera hacerme una idea la cantidad y calidad de situaciones en las que mi versión imaginada debe aparecer, si hasta al taquero de la noche trato de dejarle una impresión duradera.
La cuestión esta en aprovecharse de los detalles para soltar la dentellada.
La oportunidad se cierne ahí donde el rival trastabilla, solo se trata de saber foulear.
El vuelo del ornitóptero sucedió hoy. Da Vinci en sus noches de inspiración, soñaba, fantaseaba, con superar la imposibilidad de volar como un ave.
Hoy, Da Vinci ha recibido el mejor reconocimiento que se le podía otorgar, muy superior al libro mamón de Dan Brown.
Estamos logrando sueños muy anteriores a nuestra época, buscando metas muy distintas a las de los genios que las imaginaron.
Hoy, estamos imaginando: mas allá de nuestras posibilidades, sin tener metas concebidas, sin un ideal que nos invite a imaginar, meramente porque somos humanos deficientes y perecederos, ansiosos por dejar un legado.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Ave nocturna.

En aquel atardecer, rumbo adivinado, sorpresa contenida.

Un vuelo rasante, lejano, más cercano al mito que a la experiencia.

Por las tardes, regresando de la montaña te empiezo a conocer.

Eres tú la nocturna. Elegante reina de los días viviendo un exilio escogido

Aprendo de ti. Trato de estar cerca de ti y los días empiezan a menguar.

La obscuridad a veces ya no me resulta tan hostil.

Por el valle reconozco tu sonido, me identifico con tus victimas.

Me convierto en testigo de tu arte. Predadora tenaz.

Al cobijo de la noche, con una seguridad envidiable.

Medito por meses, en busca de un nombre para lo nuestro.

Me decido por lo abstracto, desconocido para mi, propio de tu reino.

Salgo a cazar.

Recuerdos borrosos, lagunas entre sueños, en los que corriendo,

Sabiéndome observado por tus ojos perfectos, me convierto en lo que fui.

En lo que soy, lo que seré.

Entre águilas me muevo. En círculos. Alrededor del cráter. Aire. Aire. Aire.