martes, 28 de septiembre de 2010

En el vaticano con Gaby

Hoy me encuentro protagonista de cierto encuentro onírico de Gabriela con el Papa. Algún Papa. Comprando víveres para acampar. Supongo que con destino a un lugar meritorio de tener a semejante personaje eclesiástico optando por la practicidad (sin habitos ni rutinas papales (me quiero imaginar un bosque con playa y cavernas con lagos.)).
Esto solo me pone a pensar en la posibilidad del subconsciente ajeno. Si tomo el mío como ejemplo, no puedo siquiera hacerme una idea la cantidad y calidad de situaciones en las que mi versión imaginada debe aparecer, si hasta al taquero de la noche trato de dejarle una impresión duradera.
La cuestión esta en aprovecharse de los detalles para soltar la dentellada.
La oportunidad se cierne ahí donde el rival trastabilla, solo se trata de saber foulear.
El vuelo del ornitóptero sucedió hoy. Da Vinci en sus noches de inspiración, soñaba, fantaseaba, con superar la imposibilidad de volar como un ave.
Hoy, Da Vinci ha recibido el mejor reconocimiento que se le podía otorgar, muy superior al libro mamón de Dan Brown.
Estamos logrando sueños muy anteriores a nuestra época, buscando metas muy distintas a las de los genios que las imaginaron.
Hoy, estamos imaginando: mas allá de nuestras posibilidades, sin tener metas concebidas, sin un ideal que nos invite a imaginar, meramente porque somos humanos deficientes y perecederos, ansiosos por dejar un legado.

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