La religión en el mundo occidental se está enfrentando a sus últimos días como la conocemos. Las personas que se mantienen firmes en su fe o son de edad avanzada, o de conocimientos limitados por causas u origenes diversos.
En Estados Unidos, inevitable referente para cuestiones sociales, la religión se mantiene aun arraigada en sectores cerrados de la población. Predomina el cristianismo en el centro del país, en estados suburbanos mayoritariamente blancos y conservadores. No hace falta decir que esta misma población arrastra desde hace mucho tiempo varias deficiencias cognitivas relacionadas a temas sociales, como la postura armamentista y racista de la supremacía blanca. O la falta absoluta de interés por saber lo que pasa en el mundo más allá de estados unidos. Una ignorancia elegida.
En el medio oriente, como en casi todas partes, poco a poco las religiones van perdiendo terreno a favor de la ciencia y la tecnología, esto sustentado sobre todo por la disponibilidad del conocimiento a través de las redes informáticas.
Parece como si vinculado al progreso y al desarrollo tecnológico estuviera la pérdida de la necesidad de una doctrina espiritual. El contacto con la totalidad de la humanidad a través de una red, de forma inmediata, presenta una cantidad infinita de ideas y respuestas que un líder espiritual comunitario encontraría imposible ofrecer.
Creo que la última frontera explotable para una organización con perfil espiritual es la inevitabilidad de la muerte. Como ejemplo, creo que gran parte de lo que confiere credibilidad al budismo son sus enseñanzas en lo referente al momento de la muerte y los métodos que ofrece para que el practicante se encuentre preparado cuando le llegue la hora.
Al irse disolviendo, o desplazando, la postura predominantemente religiosa acerca de la muerte, inculcada a la mayoría desde la infancia, empezarán a surgir otras opiniones, otras formas de entender ese momento, y sus consecuencias (o la falta de ellas).
En un panorama así, puedo imaginar una sociedad con un desarrollado sentido de la evolución y con conocimiento de la realidad cósmica de la existencia. Individuos que desde muy jóvenes advirtieran la posibilidad de una existencia prácticamente intrascendente y por lo tanto, libre. Una sociedad que pudiera tener una postura ante la muerte más libre y dinámica, desprovista de connotaciones morales sin sentido. Individuos responsables de las condiciones de su propia existencia, libres de elegir un camino, con todo y el final.
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