jueves, 26 de mayo de 2011

lunes, 14 de marzo de 2011

Hacía tres semanas que los sábados después de la cáscara aprovechaban para juntarse en casa de la abuela catalana, en la Florida, donde siempre había una buena tortilla española lista para ser devorada "a las chelas".
Después de un breve brunch mexicano-español acompañado de revistas de sudoku y las últimas "Hola", se unieron a la comitiva los 2 que venían llegando de clases.
Se despidieron de Isabel, formados en una filita semicirular, al tiempo que cada uno soltaba las obligadas frases típicas de despedida, para subirse después al Golf.
El plan de la tarde consistía en ir por 2 pollos y un par de cartones, para ir a cotorrear con los albañiles de alguna de las obras del rumbo.
Esa tarde, acordaron después de un brevario del copiloto, ir a un edificio a punto de terminarse en altavista, al parecer algunas nuevas oficinas del gobierno.
El velador con un cigarro recién prendido en la boca y una chela cerrada en la mano, les abrió la puerta aclarándoles que dentro de 1 hora vendría la camioneta para llevarse a los albañiles, y los 2 cartones de no haberse terminado, tendrían que quedarse bajo su custodia.
3 horas y media, y varias sandeces y gargajos de Don Ramiro después, regresaban zigzagueando a terminar la tarde y trazar el plan para el día siguiente.
El tiempo apremiaba: la apertura del edificio sería en 2 semanas, y por lo que escucharon esa tarde, era evidente que no habría de pasar.

martes, 1 de marzo de 2011

domingo, 20 de febrero de 2011

Reklamo

Al principio empezó como un ligero malestar, un ligero y persistente hastío que se presentaba cuando estaba sentado frente a la televisión.
Con el tiempo, la molestia comenzó a surgir en el coche mientras circulaba por el periférico. Se había convertido en una especie de comezón mental que aparecía primero asociada a las memorias más antiguas, luego subía de intensidad cuando el pensamiento se acercaba al presente y se tornaba insoportable en unas punzadas de angustia, al pasar al futuro inmediato.
Mi situación se tornó crítica. Ya no podía manejar, mucho menos ir al cine, o ver la televisión. A veces incluso entraba en crisis con tan solo escuchar el radio o checar el mail.
Hablando de esto con amigos, terminé contactando a un especialista en el tema. El diagnóstico que recibí resultó predecible. Soy alérgico al marketing, con una especial sensibilidad a las campañas gringas, pero especialmente, a las argentinas.
Por alguna razón, la publicidad desarrollada por “creativos” argentinos dispara de manera inigualable mis mecanismos de defensa, yendo desde una simple negación hasta arranques de ira selvática, desencadenados a menudo por señoritas disfrazadas para alguna campaña BTL.
Las opciones en mi caso, consistieron en recurrir a tratamientos del tipo experimental, pues el mal que padezco al parecer es bastante reciente. Fui expuesto a bombardeos mercadotécnicos en sesiones estilo Naranja Mecánica, terapias de contemplación ininterrumpida de una Farmacia Similar (bocinotas, botarga, etc) por períodos prolongados, y hasta una asistencia a “La noche de los publívoros” sedado hasta la madre.
Al día siguiente decidí escapar.
No tomé un barco a África, tampoco me corté las venas.
Decidí escapar de la publicidad, pero sin moverme de aquí. No me voy a dejar ganar tan fácilmente. Aquí nací, aquí vivo y esto es lo que soy. Todos los días lucho por recuperar esa parte de mi vida, por mantenerla libre de influencias externas sin sentido.
He descubierto rutas, horarios y ángulos de visión en los que estoy menos expuesto a las campañas. Todavía las mas invasivas siguen superando mis métodos, aunque cada vez menos. Empiezo a notar una limpieza de pensamientos, un sistema que se alimenta a si mismo. Me resulta cada vez más raro encontrarme con ideas “plantadas” para fines comerciales. Existían otras cosas antes de la publicidad.
La definición de belleza y bienestar contemporánea no es más que una aberración infundada.
El siguiente paso consiste en contraatacar

sábado, 12 de febrero de 2011

lunes, 31 de enero de 2011

Extracto

La condición humana se compone del frágil equilibrio entre las necesidades del cuerpo animal y la posibilidad divina del espíritu. El sufrimiento del ser, muchas veces esta dictado por los instintos que arrastra nuestro cuerpo desde nuestros ancestros. La soledad y la enfermedad llegan a superar toda la entereza del espíritu. Y nos vemos en la disyuntiva de dedicar mayores atenciones al cuerpo y los placeres, o alejarnos de ellos y dedicarnos al desarrollo de la conciencia, el cosmos que vive en nosotros.
Estos son tiempos de extremos. Nunca antes había existido tal devoción generalizada hacia los placeres y las distracciones inmediatas. Por otro lado, nunca había existido tal atención hacia el entorno metafísico del ser. Hacia nuestra condición de seres “sobrenaturales”. Pareciera como si un cisma inminente estuviera cerniéndose sobre la humanidad. Será posible que llegue el momento en que una de estas dos visiones llegue a sobreponerse a la otra, o simplemente se complementaran?
Es necesario adoptar una postura? O es mejor tomar un poco de ambas y continuar con la vida, intensificada en ambos sentidos. Comercial y placentera complementada con ejercicios espirituales constantes?
Es posible que el capitalismo modifique su curso y siga evolucionando hacia una humanidad mas consciente?

lunes, 17 de enero de 2011